Escorpio es el signo
de la transmutación, representa las metamorfosis que es preciso atravesar para
dar con el poderoso potencial de luz que habita en la sombra, en todo aquello
que, de alguna manera ha sido reprimido y que busca su justo lugar en nuestra vida.
Cuando la Luna llena tiene lugar en este signo es un momento ideal
para explorar a través de nuestra dimensión emocional ese contenido que pugna
por ser integrado a la conciencia.
Esta es, por tanto, una Luna para ir a lo más profundo del alma, a
sus propias raíces y ver de que se están nutriendo, qué es preciso aceptar y
reconocer en nuestro interior para ser incorporado sana y creativamente a la
conciencia.
Será necesaria, para ello, una profunda introspección y la
disposición para transformarnos en función de nuestro crecimiento y maduración,
máxime cuando uno de los dispositores de esta Luna, Plutón, aún retrógrado,
sigue su largo tránsito por el signo de Capricornio, y Saturno aún se
encuentra, también retrógrado, en Sagitario, invitándonos esto a una
reestructuración de nuestros proyectos, sueños e ideales partiendo de una
reevaluación de la estructura de nuestra sombra, atendiendo especialmente a los
miedos, bloqueos y condicionamientos que por largo tiempo han limitado nuestra
evolución.
Esta Luna tiene además una connotación especial pues
tradicionalmente sirve de marco a la celebración de la fiesta del Wesak, en la cual se conmemora la
iluminación del Buda histórico, Siddharta Gautama.
Según narra la
historia, en el preámbulo de su iluminación Buda tuvo que enfrentarse a
Mara, señor de la ilusión, líder de los demonios, haciendo referencia a
todos los demonios internos que debió trascender para iluminarse.
Esos demonios vienen
siendo los miedos, apegos, ignorancia y bajas pasiones que todo ser humano
alberga y que podemos encontrar en mayor o menor medida en nosotros mismos y
también proyectados en esa realidad que manifestamos a diario.
No obstante, en esa
misma obscuridad reside la semilla que germinará luminosa en el proceso de
despertar de la conciencia.
Esta lunación constituye, por tanto, un tiempo de especial
atención a nuestro trabajo interno, para redescubrir nuestro potencial interior y permitir que
la luz de la conciencia le impregne de toda la fertilidad y belleza que irradia
el Sol desde el signo de Tauro, que nos llama a experimentar la fuerza de la
vida a través de los sentidos, a iluminar ese templo que es nuestro cuerpo, a
hacer de esos cinco sentidos una puerta de acceso a nuestros mundos
internos, hasta llegar el momento en que esos sentidos se fundan en un profundo
silencio, ese silencio propio del signo de Escorpio que experimentamos como una
muerte y que da paso al silencio mayor y transcendente del signo de piscis,
cuyo regente moderno, Neptuno, se encontrará recibiendo un trígono
de esta Luna escorpiana.
En este sentido, será un día muy especial para la meditación y la práctica
espiritual, así como para todas las formas de arte inspirado,
experimentadas desde el enfoque terapéutico y transformador propio de
esta Luna llena.
Esta Luna potenciará además la intuición y el psiquismo, siendo
favorable para las prácticas de Nidra Yoga en particular, aunque también para
cualquier otro tipo de Yoga, así como para el Tantra, Chi Kung, Tai chi,
terapias energéticas, prácticas chamanicas, etc., pues Escorpio es el signo de
la alquimia, de la transmutación de las fuerzas telúricas en fuerzas sutiles,
de la oscura y sagrada energía sexual en Luz, del reconocimiento del potencial
sanador que habita en la sombra y del profundo poder interior.
La Luna también se encontrará haciendo aspecto a Plutón, en este
caso se trata de un sextil que facilitará esa transformación estructural tan
necesaria impulsada desde la transformación del alma y, porqué no, también
puede referirnos a una transformación estructural a nivel familiar o, incluso,
en un sentido más mundano, de aquellos pueblos y naciones que se han visto
oprimidas por sistemas de poder caducos y retrógrados que han llevado a la
población al hartazgo.
La Luna escorpiana también puede referir el tema de la
muerte. Uno de los símbolos asociados a este signo es el ave fénix que es
capaz de morir y renacer renovado de sus cenizas.
La muerte puede entenderse en ocasiones como simbólica, pero
en otras se expresa también de forma física y, aunque esta no sea más que una
ilusión, en este plano la percibimos como algo real, con el consecuente dolor
que conlleva la pérdida.
Por ser la Luna el regente natural, entre otras cosas, de los
pueblos y naciones, al encontrarse llena en el signo de Escorpio puede hacer
referencia a momentos de crisis profundas que les afecten y que, en algunos
casos, pueden conllevar acontecimientos dolorosos y oscuros, tales como la
muerte, la tortura, el terrorismo, incluido el terrorismo de estado, el cual ha
evidenciado un notable recrudecimiento de muchas maneras a raíz de la entrada,
hace unos cuantos años ya, de Plutón en Capricornio.
Esperemos que de estas crisis salgamos fortalecidos y habiendo aprendido
la lección que entrañan para que no volvamos a tropezar con las mismas piedras
en el futuro, pues como bien dice el dicho, aquel que no conoce su historia,
está destinado a repetirla y esto vale tanto a nivel personal como familiar y
mundano.
Yo agregaría además que hemos de procurar no solamente conocerla,
sino aprender de ella para no repetirla, aprender, entre otras cosas, a no
delegar el poder sobre nuestras vidas en aquellos que gobiernan, a desconfiar
de medidas populistas que son pan para hoy y hambre para mañana, a asumir la
responsabilidad conjunta que tenemos de construir un país para beneficio
de todos y no de una cúpula que se enriquece en detrimento del pueblo, a hacer
valer y reclamar nuestros derechos, entre otras.
En otras palabras, el pueblo ha de empoderarse y ser responsable
en el ejercicio de ese poder, para que aquellos que están en cargos
representativos respondan positiva y efectivamente a la obligación de hacerse
responsables también de su labor como constructores de un país.
Pero este reto de transformación estructural ha de comenzar por
una profunda transformación interior y esa atañe a cada uno en su propia alma, para luego extenderse a
su núcleo familiar y a todo su entorno.
También es importante resaltar la influencia de Marte, quien es
dispositor de esta Luna llena por su regencia tradicional sobre el signo se
Escorpio.
El mismo se encuentra actualmente en el signo de Géminis, y su
dispositor, Mercurio, en el signo de Aries, por lo tanto, en recepción mutua,
es decir, cada uno de estos dos planetas se encuentra transitando en el signo
regido por el otro.
Mercurio además acompañado de Urano, en tales circunstancias de su
recepción mutua con Marte en Géminis, puede potenciar, entre otras cosas, la
posibilidad se accidentes viales, de protestas callejeras y de sucesos
violentos a nivel colectivo, así como las discusiones por temas de tipo social
o peleas entre grupos o incluso entre amigos. Y siendo Marte dispositor de esta
Luna, también indicará mayor posibilidad de discusiones por temas familiares,
así como crispación emocional que puede conducir a expresar de forma directa o
incluso agresiva nuestro malestar. La prudencia será una virtud
importante en estos momentos para evitar males mayores.
Las redes pueden volverse también en algún sentido un campo de
batalla para algunos o ver incrementado en su contenido sucesos violentos.
Serán así mismo, más que nunca, un plataforma de protesta para todos
aquellos que se han cansado de soportar sumisamente diversas formas de maltrato
y opresión.
Marte en géminis se encuentra además cuadrando a Neptuno en
Piscis, esto, aunado a su recepción mutua con Mercurio en Aries en conjunción a
Urano que aún se encuentra a finales de ese signo, puede hacer referencia a
situaciones en que el caos y la marginación llegan al punto de detonar
protestas y revueltas, así como a la militarización de las calles para su
represión tal como se escenifica actualmente en Venezuela. Piscis y su
regente, Neptuno guardan relación, entre otras cosas, con los gases, en este
sentido, correspondería a los gases lacrimógenos que últimamente han asfixiado
en las calles a aquellos que resisten en la lucha por su libertad.
A veces es el dolor lo que nos hace despertar, pues nos toca la
fibra más profunda del alma y hace emerger la compasión, la empatía y la
solidaridad con todos aquellos que sufren. Y todo despertar
conlleva implícita una transformación.
En este sentido, es importante comprender que aquellos demonios
externos que enfrentamos no son más que una proyección de nuestros demonios
internos, algunos de ellos desde un nivel personal, pero también están aquellos
que aunamos a nivel colectivo y que constituyen de alguna manera lo más obscuro
de la ideosincracia de un pueblo, de un país e, incluso, parte de la sombra del
mismo mundo.
Aceptemos pues el reto de transformar adentro aquello que queremos
transformar afuera. Seamos ese cambio que queremos ver en el mundo y
luchemos lo necesario para vencer la inercia del sistema, esa que quiere mantenernos
dormidos y alienados, como zombis, muertos en vida. Resurjamos como aves fénix
de nuestras cenizas, ese es uno de los grandes objetivos que esta Luna nos
propone.
Nathacha Oura
Astróloga y Taróloga